Ambigua y atrayente, buscadora
de un amor como ella, a su medida,
va nuestra flor de Lesbos por la vida,
esparciendo su gracia encantadora.
Ni apolíneo mancebo la enamora
ni en lecho gime de hombre poseída,
y al romper con la norma establecida,
desprecia la costumbre represora.
Y cuando al fin la vida nos devore
y cada cual caliente su amargura
con los buenos instantes que atesore,
ella recordará cuánto fue amada,
y cuánto amó a su vez, y, con ternura
se dormirá la eterna enamorada.
José Nicas Montoto -España-
Publicado en la revista Oriflama 22
DE FACEBOOK - 6745 - OBSESIÓN
Hace 12 horas
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