Miedo,
padezco miedo
esta oscura y exánime noche
de luna nueva.
Ya no hay verdor ni mar
en mi olfato inánime.
No puedo pensar
que no podré pensar,
que ya no soy este día extinto.
Mi manos pesan sin dedos.
Ya no acusan ni dan ternura.
Mis pies se marchitan,
olvidaron su caminar.
El tiempo es cada vez
más lento y negro,
más humano, expirado.
No sé si recordaré la angustia,
ni si perderé los labios
por no besarte en la agonía.
No sé si olvidaré el olvido definitivo.
Ni si los pensamientos en danza macabra me devorarán.
Ni si prestaré atención a tus lágrimas
y a tus ruegos en este conticinio,
con los párpados aún sin cerrar,
resignado y sin aire por costernar.
No sé si murmuraré
o sucumbiré en el suspiro,
cuando todo, todo se me acabe.
Ni sé ni tengo por qué saber…
Ya ignoro todo.
Pienso en nada.
Ni pienso.
Ni ignoro.
Todo es vaguedad.
Todo tropieza vago.
Todo es exiguo,
ambiguo, ambigüedad,
muerte, silencio,
miedo, ausencia,
oscuridad.
Sin cruz.
Sin luz.
Nada.
Y yo insignificante,
ignorado,
sin serlo,
quedo frío,
sin sentirlo.
Expiradamente muerto.
Publicado por PACO VELÁZQUEZ en su blog ojosdeluna
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Hace 1 día
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