miércoles, 19 de junio de 2013

TALLER LITERARIO (10)

MOZART

1756 ¡Aleluya! Año glorioso para Salzburgo, para la familia Mozart y desde luego para los amantes de la Música con mayúsculas. 1791 sin embargo año triste y doloso tanto para unos, como para los otros. Solo han pasado 35 años.
Nacimiento y muerte del más grande compositor que jamás han dado los siglos. Wolfgang Amadeus Mozart. Se han dicho tantas cosas de este hombre que resulta realmente difícil añadir nada diferente u original sobre él, su vida o su obra. Solo quiero decir que Mozart supo expresar en su música esos sonidos mágicos que vagan por los mundos de la armonía, melodía y ritmos que surgen de las esferas celestiales, de la excelsa música inmortal que los dioses magnánimos nos conceden a los mortales y que por mediación de privilegiados como Mozart llegan a nuestros pobres oídos. Mozart tuvo que morir joven, era demasiado genial, tanto que toda la música que era capaz de sentir y manifestar, era tan grandiosa que tan solo unos pocos, músicos casi tan grandes como él estaban capacitados para experimentar. Si hubiera vivido más tiempo ¿a dónde hubiera llegado su creación? La humanidad no estaba, ni está, preparada para tener y gozar de más por el momento. Mozart, era grande, fue grande y seguirá siendo grande per secula seculorum

CONCHA GOROSTIZA DAPENA

MOZART

Le pareció un espectro obscuro y misterioso
quien un día llamó a su puerta
con una comanda extraña
que a su espíritu sublime y sensible de artista
conturbó de forma extraña.
Un réquiem le ha sido encargado
para la misa y funeral
de una dama muy principal.
Pero Mozart ha sentido como presagio maléfico
de que el réquiem requerido es el suyo
solamente para él.
El tiempo se le acababa
y quizás presentía, ya con seguridad,
que ese réquiem sería
su última obra, la inacabada.
La vida intensamente vivida
su tan precoz infancia, los éxitos conseguidos,
los aplausos, tantos reinos visitados,
todo pasa por su mente
como rápido torrente.
Ese réquiem ahora bien los sabe, es para él.

CONCHA GOROSTIZA DAPENA

LA MÚSICA

La oímos apenas nacemos.
Está en la vida misma.
¿Quién no escuchó una canción de cuna
por primera vez?
Una guitarra en las manos de Paco de Lucía
o de Andrés Segovia.
Hay miles y miles que tocan piano, violín.
Hasta con un cuerno se hace música.
El viento hace música.

Allá arriba, muy alto, una alondra cantando.
Abajo un trigal verde rizado por el viento del sur
hace música.

ANTONIO BASALLOTE LOBÓN

PACO DE LUCÍA

Toca, guitarra en la noche.
Cuando los pájaros duermen
el quejío va volando
y en el silencio se pierde.

Tus dedos tocan las cuerdas
con tanta facilidad
que sus toques van cantando
un cante por soleá.

¡Tienes embrujo guitarra!
Cierra un momento los ojos.
El corazón te palpita
con ese cante tan jondo.

En la orilla del mar
su ritmo va contagiando.
Cada toque un suspiro
que las olas van llevando.

La guitarra parece que canta
cuando tus dedos la tocan.
Tienen embrujo sus cuerdas
porque de veras… enamoran.

LOLI BRENES RODRÍGUEZ


MI MÚSICA FAVORITA

No puedo elegir una música favorita porque en una vida llena de música he conocido las obras de muchos compositores clásicos, románticos, impresionistas y modernos.
Amo las armonías complicadas, como la música de Sibélius, especialmente su sinfonía número 2, escrita para una orquesta muy grande, más de ocho violoncellos. Un sonido subliminal.
Amo el Réquiem de Fauré, para un coro de sopranos, contralto, tenores y basses, con orquesta u órgano. Es una obra de desmesuradas melodías y complicadas armonías donde las voces suben y bajan con las palabras de una misa para los muertos.
Amo la música íntima para piano solo o con una voz clásica, en Dichterliebe de Schumann, un compositor alemán del siglo diecinueve.
Hay miles de composiciones para piano que me dan placer al tocarlas, especialmente las obras de Schubert, Debussy, Hindemith y los compositores más modernos del Reino Unido como Frank Brigde, John Ireland y Cyril Scott.
Amo la música.

ANNE SAMPSON

MI MÚSICO FAVORITO

Con 13 años, descubrí a Los Beatles, Rolling Stone, Jimi Hendrix y un largo etcétera de monstruos de la música pop. Algo más tarde, descubrí la luna llena, mientras pasaba unos días de verano, en la finca de unos tíos. Poco después, oí por primera vez el Claro de Luna de Beethoven y también la pieza del mismo título de Claude Debussy. Asimismo, la Música Acuática de Haendel. En principio, no puedo decidirme por un solo músico. Lo considero tarea imposible.
Pero si puedo hace mención a un músico original, poco conocido y el más natural de todos los que he conocido. Estoy hablando del viento jugando con las hojas y ramas de los árboles. Aquí, el viento se transforma en un instrumento de percusión, que además, provoca danza. Hojas y ramas bailando, susurrando y cantando sones mágicos que nos hablan de tiempos olvidados cuando los dioses verdaderos habitaban entre nosotros.
Habría que hacer mención al Oráculo de Dodona, hace 3.000 años. Era el 2º oráculo más importante de toda Grecia. Gentes de todas las regiones cercanas acudían a preguntar sobre sus problemas. Allí, las 3 sacerdotisas de Zeus Naio, hacían predicciones a través del sonido de las hojas del roble sagrado que mecidas por el viento del rey de los dioses, contestaban las preguntas. Música, Naturaleza y espiritualidad auténtica, todo en UNO.
Existe un libro precioso, titulado El viento entre los sauces, de Kenneh Grahame. Fue publicado en 1908, pero hoy día, sigue teniendo validez, para todos aquellos que buscan en la Naturaleza la pureza y sencillez de lo más humano. En este cuento infantil, se nos habla, entre otras cosas, de sonidos totalmente naturales, sin contaminar, apropiados para todos los que ansían un mundo más armónico.
Tolkien ya nos habló de los Ents, seres vegetales gigantes, pastores árboles, dedicados a proteger los bosques de cualquier peligro. Los Ents hablaban en un lenguaje extraño para los humanos, pero musicalmente canciones muy dignas en un mundo mágico.
He dado muchos paseos por el campo, a solas, poniendo mis oídos al servicio de ese tipo de sinfonías vegetales. Mi árbol favorito es el roble, cuando, mecido por el aire, susurra canciones de la tierra, del agua, del fuego o de los espíritus de la armonía, de forma libre y gratuita.
Al final, si tengo que elegir un músico, me quedo con éste: la mezcla de árbol y viento, percusión sagrada, para todo aquel que pueda oír.

DIEGO ORTEGA NÚÑEZ

UN MÚSICO EN MI PENSAMIENTO

Suenan músicas en cada rincón
y es música distinta:
una sinfonía de Beethoven,
un bolero de Machín,
unas alegrías de Camarón,
un balada de Serrat,
en el centro de la sala
todas se confunden en una sola
que es de uno y es de todos.

Oyendo estas música
el pensamiento se aligera
y surgen hirientes versos
que me liberan el alma
de sentimientos dolorosos
que bailando con la música
van recobrando el sosiego.

Por eso mi músico preferido
es la música, que me abraza,
me enajena, me libera,
una y distinta a un tiempo
pero todas con un sabor dulce
que endulzan todos los días
de mi vida haciéndome gozar
y soñar con un bello paraíso
donde solo puedo ser amado.

JOSÉ LUIS RUBIO 

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