Este es un hermoso día para morir
en los brazos de Jim Beam*.
Día para entregarse a amar
como los soldados atenienses,
que besaban el ojo oscuro
de sus amantes
antes de arrojarse al precipicio.
Llamar a mi chica,
tener sexo en el baño
o en la cocina.
Reír absurdo hasta quedar exhaustos,
rendidos al tedio.
Encender dos cigarrillos
y masturbar a la muerte
por los bronquios. Darle una palmada
por las nalgas, diciéndole:
“Vete, y no vuelvas pronto.”
Daniel Montoly -República Dominicana-
Publicado en la revista deliteraturayalgomas
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Hace 1 día
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