lunes, 10 de junio de 2013

PADRE

Eras tú
el timón de mi barco,
mi guía.
Eras tú
el eje central de mi vida
y sin ti
ya nada es lo mismo.
Desde aquel día,
el sol no es el de siempre:
su mirada
irradia niebla gris
al viento que te emplazó
a ese lugar indefinido...;
seguirá el reloj del tiempo marcando las horas:
horas de infinita tristeza,
de hiriente ausencia en cielo amargo.
Sin ti
la vida es fría espera,
sin puerto
donde arribar mi enseña,
eterno ocaso
sin futuro.
Todo
lo llenabas tú
y sin ti
todo es vacío,
tremenda derrota...

Te quiero...;
lo he sabido tarde.
Te lo digo
en silencioso grito
de amor desesperado.

María Ángeles Bernárdez (España)
Publicado en la revistas La Urraka 32

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