sábado, 15 de junio de 2013

MORDIDA PIEDRA

Te miro y, frente a mis ojos,
recóndita, una sombra
veo acercarse indómita.
Pasos de un tiempo no lejano,
vestigios son y rotos cauces
donde recobra el lobo
su artimaña y su astucia.
No, no eres tú, mordida piedra,
culpable del escombro
este que me devora;
antes tuvo la piqueta
social su trama y su trabajo:
sus garras te abatieron.
Y pasto fuiste, y ruina
del arrebol mordiente,
áspero, del maremoto,
que flacidez y enigma,
pereza al nervio puso,
como si hubieran concebido
el don que acusa tu mañana:
ese mañana que se asoma
igual que un río a tus pupilas.

Nicolás del Hierro. España
Publicado en la revista Oriflama 22

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