Sonrojada,
la cara oculta de la luna,
es una canción de ayer
dentro de una botella de champán
en mitad del océano.
Te iluminas y sonríes,
y te asombras como si la tarde
fuera la crin de un caimán,
caminando en vertical
por el contorno de los muebles de barro.
Los matices incorpóreos
te señalan
como si fueras
la pendencia entre voces mayúsculas y
los rescoldos de las gramíneas.
El taconeo de la necedad repiquetea
en las páginas más mugrientas de tu biografía
y no tienes escapatoria.
La fuga no te pertenece
porque la pregunta trampa
será siempre la expiación.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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Hace 4 días
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