Ya no se
qué cristales vamos a romper a pedradas,
si la industria del vidrio,
una más de las relacionadas con el sector de la construcción,
va a empezar su crisis particular.
Y no hablemos de otros sectores y subsectores:
esas ramas de la actividad del ladrillo.
Pongo ejemplos,
y es que,
si no puedo poner mi nombre en el cemento recién echado
y todavía blandito,
o con qué me voy a quemar si los abrasivos,
esa sustancia que tiene como finalidad
actuar sobre otros materiales con diferentes clases de esfuerzo mecánico
—triturado, molienda, corte, pulido—
y que es de elevada dureza
y se emplea en todo tipo de procesos industriales
y artesanos,
van a dejar de tener vigencia.
Y no digamos de los revestimientos,
impermeabilización,
pintura y barnizado
por ejemplo,
y como orinar en los agujeros
de las bases de los edificios en construcción,
si van a desaparecer las perforaciones.
Como montarnos en las excavadoras amarillas,
con calefacción
de cadena,
con ruedas,
de manutención,
mini excavadoras de bolsillo,
cargadoras,
retroexcavadoras,
dumpers articulados,
bulldozer,
monotraíllas,
niveladoras,
compactadoras de suelo,
carretones,
remolques,
camiones,
cabezas tractoras,
carretillas elevadoras,
paletas,
motores,
y esos andamios de hierro colado,
o de hierro oxidado,
qué más da.
Y cuándo rajar los toldos superpuestos,
o tirar monedas en los abastecimientos de agua,
en las tuberías del gas,
en los aparatos antiincendios,
en los tubos aisladores,
o hacer juegos de eco en los acondicionadores de aire,
o pisotear el parquet de madera,
o de corcho,
hacer filas y montoncitos con los rodapiés,
o castillos con las mamparas,
las persianas,
los cierres,
o también juguetear con el aluminio,
mellar a pedradas las ventanas y puertas de pvc recién colocadas,
y además,
pintar de verde las estructuras de forjado.
Ya no se van a fabricar
las mismas herramientas que antaño,
se va a vender menos gasóleo,
el aire se contaminará menos
con el olor del refinado petróleo quemado,
los talleres recibirán menos coches
y camiones
y furgonetas cascados,
va a haber menos bocatas de panceta y chorizo rojo,
y menos bares alrededor de las urbanizaciones en construcción,
y van a desaparecer
un trozo de las gerencias municipales de urbanismo,
y los tan necesarios regalos de navidad
y se van a solicitar menos tasas por licencias urbanísticas
y pagar menos fianzas
y generar impuestos sobre construcciones, instalaciones y obras
y los vigilantes jurados,
nocturnos y diurnos,
vigilarán menos.
Y al fin,
aparecerán cada vez más noticias en
El País, La Razón, el Mundo, ABC, La Vanguardia
y hasta en el Marca si hiciera falta,
en las que nos asfixiarán
avisando,
que aumentan los impagos,
las insolvencias judiciales,
que van claudicando las promotoras,
las constructoras se comen sus obras sin terminar
y sin vender
ni especular,
con patatas.
Las entidades bancarias prestaran menos dinero y más caro,
Lo dicho,
este es el somero y sucinto resumen de una crisis económica,
en esta España nuestra.
Menos mal que yo,
ya acabé de pagar mi hipoteca,
mecachis en la pena negra.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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Hace 6 horas
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