Nosotros no vivimos, cuando éramos estudiantes, esta escuela que aparece en los primeros minutos del programa que os enlazo.
Casi siempre, admito, las cosas se idealizan cuando se ven en los medios de comunicación, en otras ocasiones se endemonizan, mas sirva como acercamiento.
Nosotros no vivimos esta escuela basada en estos principios que sabemos sanos tampoco como profesorado.
La tensión social, la presión competitiva, genera fuerzas conflictivas en nuestras escuelas. Pero no ayuda a aprender, sí a "sacar un 9 o 10". Pero "sacar un 9 o un 10" no es siempre sinónimo de haber aprendido en profundidad, de manera duradera o cuestiones vitales, importantes para evolucionar.
Estar en las buenas emociones y la gestión positiva del pensamiento determina nuestro grado de felicidad, nos hace o no entender la vida y relacionarnos. ¿Yo qué quiero para mi hijo? Que sea feliz.
Sería importante educar y enseñar, compartir y aprender en la escuela más sobre la vida real.
Los niños y niñas por naturaleza son curiosos y les encanta aprender. Si el aprendizaje está sobrecargado de normas y no lleva el ritmo personal del que aprende,entonces, en muchos casos se convierte en carga pesada en lugar de en liberación, en entendimiento.
Conozco "Wiñaypaq" ( la escuela de las relaciones) en el Valle Sagrado, Cuzco, Perú y he estudiado la escuela Pestalozzi en Ecuador. No son perfectas pero lo básico humano está mejor cubierto. Son más reales que 31 niños y niñas sentados en hilera seis horas al día en una situación jerarquizada con poca ida y vuelta.
Lo básico humano falta, a veces, en nuestras escuelas oficiales... Pero ya estamos inmunizados, no nos produce daño porque lo entendemos como "normal".
Más que una alternativa, me gustaría tener el valor y la lucidez de poner en práctica- comunitariamente- en nuestras escuelas, algunas ideas que funcionan y son necesarias para que los seres humanos crezcan cada día más humanizados, seres humanos bellos, seres humanos que tiendan a la plenitud.
Organizar y crear espacios diferentes.
Organizar y crear relaciones diferentes entre profesorado, alumnado y familias.
Trabajar y jugar con materiales diferentes.
¿Cómo de diferentes?
Pensemos entre todos la alternativa para hacer crecer a la pública. ¿Qué se te ocurre?
A mí, por ejemplo, me apetece aprender más del alumnado y sus familias, me apetece crear el conocimiento entre todos, ser no más una guía, tanto como esto. Y es que yo no sé nada, cada día menos. Durante el camino me he ido librando de pensamientos, y he ido atesorando pasos más serenos y ligeros. Si eso he aprendido, si eso me ha regalado la vida: ¿cómo empeñarme en llenarles la cabeza a presión y el corazón a estos jóvenes para que se la vacíen durante el resto de su tiempo?. Cuanto más me he empeñado, de hecho, menos aprendizajes reales y duraderos consigo. El empeño debe ser suyo.
Publicado por MON GÓMEZ en su blog dedondelashadas
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Hace 1 día
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