A Oya Balé
la lluvia escurre.
lleva canoas disfrazadas de palitos de fósforos
a la esquina, por donde va el canto de la acera.
desagua en las ollas sus melodías
caídas del tejado, repicando
un samba loco con los truenos.
llueve. espejos y santos
cubiertos con un paño blanco
y tradición. la lluvia amaina;
no seremos castigados. el canto,
santo remedio curador del silencio,
espanta la maldición, el viento
descubre los embustes...
partió la lluvia con los pasos
de aquella nube
inscrita en las arrugas,
y a imagen y semejanza
perdidas en algún cielo.
João de Moraes Filho (Brasil)
Publicado en la revista La Urraka 32
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