martes, 18 de junio de 2013

EL CIVILIZADO

Cada vez que recuerdo las dos ocasiones en que vi y oí su voz  —en París, como periodista, y luego como funcionario de la Cancillería, en Buenos Aires— la imagen que ante mi se presenta, por encima de las demás, es la del equilibrio, la del “civilizado”. Habló, en cada oportunidad, de política y de guerra, y lo hizo con vehemencia y con pasión; sus ojos penetrantes se iluminaban y se le acentuaba el dibujo de una vena, en la sien. Pero también, como si arrojase un peso sobre el otro platillo de la balanza, para recuperar la estabilidad armoniosa (el equilibrio), habló de arte, y no obstante que puso, al hacerlo, igual ímpetu e intensidad, ha quedado fija en mi mente la inesperada dulzura que asomó en su mirada y en su breve sonrisa. Es que Malraux  fue, más allá de su urgencia de “hacer” y de comprometerse, en un plano supremo, un civilizado, uno de los hombres más civilizados que surgieron en el país que tiene la suerte de seguir siendo el más civilizado del mundo. Por eso apoyó la riqueza de su vida sobre dos pilares contradictorios pero que, cuando se logran, constituyen el ideal eximio de la individualidad: la acción y la contemplación. Político y artista, defensor de las grandes causas que se vinculan con la libertad del hombre y con el progreso de su espíritu; lúcido, civilizado y, en consecuencia, campeón insobornable, incansable, de la civilización, tan preocupado (recuerdo) por un pequeño huaco peruano que acariciaban sus manos sensibles, como por reclamarle al teatro su condición de embajador de cultura, y después por explicar el porqué, circunstancial, exaltado, de España, el porqué de Francia, el porqué de China, el porqué. . . de comprenderlo y de compartirlo, vibrante… y de entrecerrar los ojos, sonreír apenas y evocar, de paso, la India de los grandes templos, y un manuscrito de Patmos y la necesidad de salvar hasta el último nervio de las catedrales góticas… y de volver a acariciar el pequeño huaco, el pequeño y frágil testimonio.  Así permanece, conmovedor, en mi memoria.

 Manuel Mujica Lainez
Publicado en el blog cenicientademendigosyladrones

No hay comentarios:

Publicar un comentario