crecieran flores de todos los colores
pero estaba equivocado, muy equivocado.
Hay uno que algunos años florece
si la lluvia del invierno fue cuantiosa.
Sorprende ver el desierto cubierto
por rojos, amarillos, blancos,
sorprende porque es algo único
y no son cactus, no, son añañucas,
garras de león y otras muchas
las que desde octubre a noviembre
convierten el desierto de Atacama
en un increíble jardín.
Nunca imaginé que el seco desierto
pasase en algunos momentos
a ser un lugar lleno de colorido,
de vida, durante años
oculta bajo la arena.
Que llueva todos los años a cántaro
para que el jardín sea permanente
y el desierto desaparezca, no
por unos meses, sino para siempre.
Del libro inédito Viajando por internet de JOSÉ LUIS RUBIO
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