Aunque nada suceda por casualidad,
pues todo está escrito en el gran libro
de la vida, a veces sin quererlo, se descubren
tesoros increíbles como la ciudad subterránea
de Derinkuyu donde se refugiaban
unas diez mil personas.
Poco a poco, excavando pacientemente,
para defenderse de los asaltos continuos,
se fue haciendo esta ciudad subterránea
en la que no carecían de nada.
Agua en abundancia, ventilación magnífica,
que sorprende a los ingenieros de hoy,
lugares para el ocio, para el aprendizaje,
para el rezo y para guardar
el vino, el pan y otros alimentos.
Bajo el suelo creció la impresionante
ciudad turca de Derinkuyu
y hoy parte de ella, solo
una parte pequeña, se visita.
Yo he visto las estrechas galerías,
los escalones de piedra,
las habitaciones con sus rejillas
de ventilación y me sorprendo,
una vez mas,
de la capacidad el hombre
para superar sus penalidades.
Del libro inédito Viajando por internet de JOSÉ LUIS RUBIO
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Hace 3 días
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