Adjudicatarios de la ruina declarada
sin solicitud son los protagonistas
de la concesión de la mano de hierro
que los lanzan a la calle
a la vez que le ahogan el cuello.
No solicitaron ser ricos de tronío
ni vivir sobre sus posibilidades.
Sólo ese era su afán diario
- vivir , vivir, vivir -
pan y casa, techo y cobijo.
Pero el mando tenaz de las gaviotas,
los fríos vientos de las germanias,
las terribles sombras de Tíos Gilitos
les expulsaron de sus casas.
Tu casa es mía.
Tu vida es mía.
Tu dignidad es mía.
Y la España imperial sigue al mando
de una commonwealth imaginaria.
Gobernantes de país civilizado
de la tierra de grana y oro,
mientras adjudican a cada ciudadano
su puesto perpetuo de un figurante más
del nuevo tercer mundo hispano.
ALFONSO SABORIDO
Publicado en el blog asidonia.wordpress

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