sábado, 2 de marzo de 2013

MIENTRAS ME QUEDE VIDA


Pese a tantos escollos y guijarros, a tantas tradiciones inmutables, a tanto eclipse, tanto desencuentro,
a tantos estiletes homicidas, a tantas libertades masacradas,
cuando la piel abdique a su tersura revelando la huella de los días,
cuando acaso el espejo no responda al nombre de mercurio que lo nombra detrás de las ojeras escarpadas;
cuando mueran de sed los calendarios
y haya indicios de otoño entre las sienes
y la savia serena, cadenciosa, sólo anhele un ramaje de lloviznas que suplante huracanes y borrascas;
allá por el sosiego perezoso donde una mariposa peregrina liba el polen vital de los veranos en la copa traslúcida y copiosa que enmiela el corazón de las guayabas;
soterraremos barro en adoberas con vehemencia de manos insaciables para esculpir,
así, morosamente,
los pacientes relámpagos azules de este amor con colmenas y fogatas
para seguir queriéndonos,
sin prisa,
por la loca quietud del caserío, por las cautivas cepas de la tarde, por el humo que asciende en el ocaso, por el prado fragante de lavanda,
ejerciendo el oficio de sentirnos a pesar del olvido, del silencio,
del toque de nostalgia estremeciéndonos cuando convocan a oración los bronces que pincelan el fin de las jornadas,
ejerciendo el oficio de sabernos mientras pulsen vigilias las arterias,
mientras trencen parábolas los sueños,
mientras nos quede vida,
mientras reste una hilacha de fuego en las entrañas.

Del libro A espalda del silencio de NORMAS SEGADES-MANÍAS
Publicado en la Editorial Alebrijes

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