lunes, 11 de marzo de 2013

LA MUJER PERFECTA


Era la mujer perfecta; ojos azules, dentadura de anuncio, medidas de modelo y unas piernas tan largas que uno podía perderse recorriéndolas con las yemas de los dedos.
La empecé a besar con fruición. Sus labios dulces se fundieron con los míos. Y comenzó a desnudarse; se deshizo de los zapatos, de la camisa, de los pantalones. ¿Me quieres?, me preguntó. Por supuesto, dije. Y siguió quitándose cosas; la peluca, las lentillas, el relleno del sujetador, la pierna ortopédica, las uñas postizas, los pechos de silicona, el botox de los labios y los implantes de la caderas. En unos segundos no quedó ni rastro de la mujer perfecta. ¿Qué era aquel ser? ¿Un extraterrestre? ¿Una criatura de otro planeta? Y deseé huir de allí, pero llevaba tanto tiempo sin sexo, estaba tan desesperado que a saber cuando se me iba a presentar otra oportunidad como aquélla.

Rubén Gozalo Ledesma
Publicado en priegodigital

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