domingo, 3 de marzo de 2013

EL DÍA DE LA BESTIA


Hay películas y películas, películas que olvidas y películas que se te quedan grabadas a carne viva en el alma, películas que siguen los cánones establecidos y películas que rompen por doquier, películas y películas, y una de esas películas, de las segundas, es “El día de la Bestia”.
Un auténtico referente para los que nacimos a mediados-finales de los 70, se ha convertido en una película de culto que pocos críticos reconocen pero que debe de ser tenida en cuenta como lo que es, una de esas cintas que marcó un antes y un después del cine español.
En primer lugar, supuso la irrupción de Santiago Segura en el escenario cinematográfico español, y, precisamente, de su presentación en la película es de lo que te quiero hablar, en la que yo creo que es la mejor escena de “El día de la Bestia”.
Alex de la Iglesia, el director, tiene un gran tino a la hora de presentar a sus personajes, enmarcándolos en su contexto individual y en el entramado general de sus guiones, siempre diferentes, siempre un tanto anárquicos, y esta película, para mí la mejor que ha realizado hasta ahora, no iba a ser una excepción.
Santiago Segura regenta una tienda discos heavy y a ella se dirige Alex Angulo en su obsesión por entrar en contacto con el diablo. En apenas unos segundos ya se nos presenta al personaje, con un par de frases cómicas que lo sitúan en el arquetipo sentimental que se va a manejar durante el metraje y en el estereotipo visual que intenta darle credibilidad.
A partir de ese momento se desencadenan los acontecimientos, con aventuras y desventuras más o menos creíbles, con altibajos narrativos evidentes y con ciertas deficiencias visuales y de sonido que hoy en día no se darían, pero todo ello pasa desapercibido por la fuerza de la historia.
Una historia que te arrolla sin dejar lugar a dudas de tipo etéreo. Estás en la historia, o no, sin importar que comulgues con ruedas de molino o si te decantas más por la placidez de la vida sin pasión, Alex de la Iglesia siempre te mece en sus fantasías y vaivenes intelectuales hasta que consigue ganarte para la causa.
No se trata de una película redonda, lo sé, pero sí de un referente ideológico y artístico evidente, un referente al que siempre acabamos por acudir los que crecimos con las “letras supercurradas y el mogollón de mensaje” de las canciones de “Satánica”.

Rubén Sancho
Publicado en la revista LetrasTRL 55

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