domingo, 10 de marzo de 2013

EL CASADO FIEL


Nuestros amores, también,
comenzaron en un río.
Tú fuiste limpia de besos
y yo fui sin apellido.
Ni me quité la corbata
ni te quitaste el vestido,
y la luna emblanquecía
de azahar tus sueños íntimos.
La corriente iba cantando
su horizonte sin ladridos
-noble trinchera de agua
para unos besos furtivos-.
Debajo de los faroles
enmudecieron los grillos.
Más que noche de Santiago
fueron noches de Cupido.
Por eso, siempre que evoco
los versos de Federico,
hay símiles a la inversa
de unos amores distintos.
Yo no te di un costurero:
me abrí como un crucifijo
y te di mi corazón
con mi firma y un anillo.

Luis Mario
Publicado en el blog poesialuismario

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