Sabía que eras tú el laberinto.
Te derrites en el secreto
mientras yo espero incandescente a mi Godot particular
y miro tu sombra en una pared de cristal negro.
Tu respuesta es un cascabel de regresos
donde los libros golpean
el perfil de los nichos.
Quiero devorar cada instante
atrapado en tu nube de amianto.
Miro a lo lejos
y los cirros son setos del laberinto
que sabes ser.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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