Me rompí las uñas de los dedos pulgares de los pies solo por llamar la atención, es lo que tiene la falta de cariño.
Y es que no tengo el pasado de barro.
Y no solo el alma encalla si no se utiliza con más promiscuidad que los pies.
Pies que pueden ser montañas que sostengan el eco del mundo.
Pies como madrigueras de sueños rotos que golpean con su incipiente poesía de uñas de colores.
Sobrepasado de cutículas moradas miro al frente sin ver los cordeles de oro que nos delatan.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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