martes, 22 de enero de 2013

TALLER LITERARIO


CUARTO TEMA 

UNA CUEVA PREHISTÓRICA.

Hace ya unos años que visité una cueva prehistórica. Fue en Francia, no recuerdo su nombre. Había estado en Lourdes y antes del regreso pasamos a visitar la cueva; distaba pocos kilómetros.
Cuando bajamos del autocar vimos un edificio con una balconada. Había bastantes personas asomadas. Para entrar en la cueva tuvimos que subir.
Mientras el guía sacaba las entradas, me asomé al mirador a ver el paisaje.
No me dio mucho tiempo porque enseguida entramos a la cueva. Lo sentí.
Las vistas eran preciosas.
Lo que vi dentro no tenía nada que envidiar a lo de fuera.
Cinco pisos de bajada por tortuosos pasillos llenos de caprichosos escenarios donde el agua y el tiempo habían formado estalactitas y estalagmitas.
El guía, en cuanto llegábamos a cualquier rellano nos paraba para ver las  Imágenes que llamaban más la atención. Santos. Reyes. Vírgenes, cortinas de encaje. Todo estaba allí. No  necesitabas nada, tan solo mirar. De verdad era increíble la variedad de figuras y colores que podías ver por aquellos pasillos.
Bajamos hasta cinco pisos, nuestro asombro era enorme. Entonces un río nos cortó el paso, enseguida llegó un barco, subimos nosotros y otros  grupos que venían con distintos guías. Navegamos un cuarto de hora y caminamos de nuevo mas pasillos y pequeñas grutas. Ahora  teníamos delante un trenecito a nuestra disposición. Se puso en marcha y llegamos a una estación.
Su gran sala de espera  con stands de recuerdos, la calle con sol y aire libre que buena falta nos hacía después de tanta oscuridad.
No creáis que os he contado un cuento es una realidad.

PILAR SÁNCHEZ BARCIA

CUEVA PREHISTÓRICA

Entro en recogido silencio
a este santuario, sobrecogedor, inmenso,
mil eras le han conformado
cientos de generaciones le han habitado.
Fue el seguro y cálido cobijo,
de aquel misterioso hombre de Neandertal
allí estuvo hasta su final.
estalagmitas y estalactitas
le dan forma por aquí y por allá.
Otros hombres llegaron ya
cromagnones los hemos llamado,
los científicos, así lo han clasificado.
Su psiquis sigue flotando
en la gran cueva que ahora
mis pies están hollando.
40.000 años me arropan
me envuelven, me contemplan.
Sigo andando, alzo los ojos
miro al techo
se me sobrecoge el pecho.
¡Dios mío! ¡qué belleza!
Retrocedo un paso, se me acercan
ciervos, bisontes, mamuts y hasta osos
me rodean
¿son reales?
o ¿son sombras sobrenaturales?
Cueva mágica, he oído tu llamada,
en mis sueños en mi sangre y en mi alma
tu voz esta guardada.

CONCHA GOROSTIZA

CUEVA PREHISTÓRICA

En mi último viaje a Burgos tuve la inmensa suerte de poder visitar dos ejemplos de la laboriosidad, ingenio y grandeza del ser humano. Me refiero a la magnífica y medieval catedral gótica que luce espléndida después de la restauración y lavado de cara. Y por supuesto esa otra catedral de miles de años que es la Cueva de la Gran Dolina, hogar ancestral de aquellos hombres que poblaron nuestra piel de toro, antes de poder saber que la península que les cobijaba tuviera esa forma.
Cuando se visita La Gran Dolina tomas conciencia de aquellos seres, habitantes por derecho y necesidad de aquellas cavidades que fueron su hogar por generaciones.
Aquellos compatriotas que tuvieron que enfrentarse con tigres de sable, cazar mamuts y otros fieros animales y que por respeto y amor a sus difuntos los enterraban y conservaban con ellos allí, en los más recónditos recovecos de aquellas simas. Simas ahora, que se han ido formando a través de los siglos por las fuerzas de la naturaleza; simas, que no lo eran cuando tantos neandertales primero y cromañones que les sucedieron después, engendraron y nacieron a sus hijos, velaron a sus muertos y los ancianos al calor del fuego que les iluminaban, contaban aquellas leyendas medio soñadas, medio vividas que les traía el recuerdo de tiempos pasados cuando quizá el clima no era tan gélido y mortal. También a la luz de someros candiles alimentados de grasas animales les permitió en las largas noches invernales, cuando los fuertes vientos septentrionales soplaban inmisericordes y allá en las más recónditas y profundas grietas, se alejaban en místico recogimiento para plasmar sobre las paredes las mil formas y maneras de aquella fauna que con su generosa muerte, les proporcionaba lo necesario para su dura y corta existencia.
Arte rupestre, le hemos llamado, arte que nos sorprende y extasía ante la magistral belleza en ella reflejada.
En fin, cuevas, que como cálidos vientres maternos les permitieron sobrevivir, y que ahora sus despojos en manos de la arqueo paleontología nos permiten conocerlos, respetarlos y aún amarlos.

CONCHA GOROSTIZA

LAS CUEVAS

Es bonito viajar, conocer ciudades y pueblos, sus gentes, su cultura, su tierra, lugares, valles, montañas, ríos y si esa ciudad tiene cuevas, visitarlas.
Hace unos días estuve en la Comunidad Valenciana. Visité una cueva en la que hace más de 15.000 años (Paleolítico) se refugiaban hombres y mujeres de las inclemencias naturales y de las alimañas.
Esa cueva está en el río subterráneo de San José, el más largo de Europa. Se encuentra en el término municipal de Vall d´Uxó, dentro del Parque Nacional de la Sierra de Espadán.
Las cuevas son obras de la naturaleza dignas de ver. A lo largo de milenios se han hecho obras monumentales que el hombre adornó con sus pinturas demostrando hasta donde puede llegar con su arte.
Sus ojos se llenarían de belleza al ver las estalactitas y estalagmitas. Seguramente el hombre quiso copiar la belleza de su entorno y con algo parecido a un pincel lo consiguió dejándonos un buen legado cultural.
Para mí la cultura es la cuna de la civilización. El hombre se ha engrandecido con ella y aún nos queda mucho camino por caminar.

ANTONIO BASALLOTE

LA CUEVA PREHISTÓRICA

Bajo la tierra
un río tranquilo
entre en la cueva
prehistórica.
Allí hay pequeñas barcas
donde nos tumbamos
para entrar en la cueva
que es estrecha y muy baja.
Oscuridad, silencio,
los ojos tienen que acostumbrarse
a la negrura
de dentro.
La barca se mueve lentamente
a la deriva de la suave corriente
pero el techo resplandece
con una trémula luz.
Las caras de los pasajeros
aparecen pálidas,
casi incorpóreas,
como espectros.
Las luciérnagas que iluminan
la cueva prehistórica
han vivido y seguirán viviendo
en la oscuridad por tiempos inmemoriales.

ANNE SAMPSON

CUEVA

Amigo, te aconsejo que busques
la fuerza y el valor para salir
de esa cueva en la que andas
perdido.
No merece la pena atormentarse
por el pasado.
No merece la pena estar en un
valle de lágrimas por algo que
pasó.
No debemos quedarnos atrapados
en el tiempo.
Debemos avanzar aunque nos
duela.
Debes afrontar el presente,
tener expectativas para el futuro
y dejar el pasado enterrado
para siempre en esa cueva
prehistórica en la que te has
encerrado.
Vive la vida tal y como viene.
Afronta los problemas cara a cara
y no te escondas dentro de una
cueva oscura, fría y llena de
malos recuerdos en papel mojado.
Amigo, si quieres te ayudaré a salir,
Ven, toma mi mano.

CARMEN PÉREZ MARTELL

LA CUEVA

En mi cuerpo tengo
una cueva, donde vive
un corazón, ya un poco
cansado de hacer el
tic tac del reloj.
Has vivido alegrías,
emociones y tristezas.
Estás envejecido y
agobiado de vivir en
esa cueva.
Tus ventanas oxidadas
porque no las puede
abrir y la fuente del
agua no llega porque
apenas puede subir.
¡Ay corazón no me dejes de latir!

DOLORES BRENES RODRÍGUEZ

CUEVA PREHISTÓRICA

He entrado en la cueva.
Grandes focos alumbran
las paredes rocosas,
hurtando a las sombras
figuras espectaculares
forjadas a lo largo de siglos
por el lento caer del agua.

He visto el agua correr
perdiéndose en la oscuridad
sin que me dejen seguirla
para conocer a quien vive
más allá de la corriente.

Allí unas hadas suspendidas
en el aire me señalan
con su varita mágica
y me atraen hacia ellas
para besarme en los labios
con sus bocas húmedas.

Mi cueva no tiene hadas
ni figuras espectrales
ni un río de frías aguas
ni un personaje enigmático.
En mi cueva solo hay
una sangre caliente
que se rebela contra las sombras
que me cierran las puertas,
queriendo que vea lo negro, blanco,
o que acepte lo inaceptable.

En mi cueva no es un hada
de boca pétrea y húmeda
quien me besa los labios.
En mi cueva hay una luz
que aleja a las sombras
porque aquí nada hay oculto,
sino que todo está disponible.

Entra en mi cuerva.
Descúbreme rincón a rincón.
Lee mi mente y medita.

JOSÉ LUIS RUBIO

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