Inquieta, la luna se ocultó
Tras celajes de color violeta.
Y el cielo, púrpura, se cerró
Tras el último rayo de sol
Convirtiéndose, de repente,
En negra noche.
Y la mujer, indefensa, gritó
Como otras muchas noches.
Socorro y ayuda pidió
Pero nadie quiso oír sus voces.
Inquieta, La luna se ocultó
Tras celajes de color violeta.
Y la mujer, indefensa,
Gritó y gritó,
Pero nadie parecía escuchar su queja.
Y la luna, tras nubarrones violeta,
Lloró y lloró
Por la mujer violentada y muerta
A manos de su mal llamado amor.
Indefensa, la mujer,
Yacía ya sin color,
Sobre el suelo púrpura
De la fría y oscura habitación.
La mujer estaba
Indefensa, callada, quieta,
Tenía apagado el corazón.
Y la luna, avergonzada, inquieta,
Permaneció oculta, llorosa,
Tras celajes de color violeta.
Se escondía de la noche tenebrosa
Que tanto miedo le daba
Pues entre sus brumas
Un asesino, impunemente, caminaba
Satisfecho con su hazaña:
La mujer había sido acallada.
Del libro Selección Poética de
Juana Castillo Escobar -Madrid-
Publicado en La Biblioteca
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