Había un juego que nos apasionaba con mi primo. Encontrar en el jardín de mis abuelos tapitas de casas de arañas. Las sacábamos con un palito y las aplastábamos.
Ese domingo me dijo mi primo “Hoy no. Se murió el abuelo”.
En el dormitorio mi mamá y mi tía trajinaban poniéndole el traje de casamiento.
Nos acercamos a la cama. Una pierna se movió. Mi tía miró a mi mamá. Tomaron una almohada. Le taparon la cara. La pierna dejó de moverse.
Se persignaron y me invitaron a rezar.
Mi abuela jugaba un solitario en la galería.
Del libro Cuentos iberoamericanos
MAR PFEIFFER (Argentina)
Publicado en Cuadernos de las Gaviotas
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