Dos ajenos al silencio
y un tropiezo por comienzo.
Arrebatos de dos almas
alejados de la calma.
Unas pocas bienvenidas
y un montón de despedidas,
sin mirarnos a la cara
nos pasamos a la cama.
Desechando noches tibias
por hacer los años días,
por hacer los años días.
Me dejaste caminando
siempre al borde de tus pasos,
mi brújula son tus huellas,
ya no miro a las estrellas.
Tú, la dueña de mi orilla,
yo el esclavo de este mar.
Tú, el destino que me esquiva
y yo no dejo de remar.
Nunca estuve en tierra firme,
soy la espuma de un mar triste,
soy el náufrago sin playa
desde el día en que te fuiste.
Nunca estuve en tierra firme,
soy guerrero sin batalla
que navega por agallas
y respira por despiste.
Nunca estuve en tierra firme,
soy el verso sin estrofa
que se pierde en la memoria.
Nunca estuve en tierra firme,
nunca conseguí la gloria
de atracar en tu mirada
y ahora me dejaré llevar
en esta eterna marejada
que es amar sin olvidar.
Me dejaste caminando
siempre al borde de tus pasos,
mi brújula son tus huellas,
ya no miro a las estrellas.
Tú, la dueña de mi orilla,
yo el esclavo de este mar.
Tú, el destino que me esquiva
y yo no dejo de remar.
Gustavo González -Valladolid-
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