jueves, 20 de diciembre de 2012

POEMA


Cae la lluvia silenciosamente
sobre otra lluvia triste de hojas muertas
Ginés García

Y la lluvia fecunda los tachos y el agua repiquetea en las latas
y la tierra y sus polvos se aplacan
y las pupilas se humedecen porque el cielo llora
su elegía insípida, líquida, inodora…
Nace el barro en los pies desnudos, nacen los pies del barro oscuro,
se mete y hace ruidos y aplausos entre los dedos descalzos
y aparece en la piel de los pescados, y enturbia sus ojos sudamericanos.
La villa es un pez extraño, imposible…el villorio agonizante resiste:
las escamas de la villa, las chapas como escamas marchitas;
como los ojos negros de los peces vivos,
son los ojos de brea del último muerto amigo;
los baños en el río y el amor en el arroyo;
la última ahogada en el remanso tortuoso,
en el cauce para siempre perdida;
las semillas del amor en el barro de las manos
enjuagadas con el agua fecunda del gran río;
el padre río y sus peces de plata y oro, enamorados
de aquellos primeros hombres y sus sueños dorados.
La villa sabe en su agonía crepuscular
de los escapes furtivos en la noche.
Entre los árboles, de plata es la luna una pandereta,
como una lata de duraznos sangrantes recién abierta.
Brillante sobre los eucaliptos, ángeles custodios, la luna…
Astro angelical de blancura y dureza, cual hálito de bruma
nos visita, no nos deja, no se apaga, a pesar de todo…
Toda la luz de la villa dependiendo de que nadie corte la luz,
la noche a la espera de que alguien desenchufe el cable…

Del libro CASA DE AUSENCIAS de Karina Madariaga
Publicado en Suplemento de Realidades y Ficciones 52

No hay comentarios:

Publicar un comentario