Yo soy como mi casa. Siempre abierta
al sol, al viento, al gozo y al amigo,
al aguador, al perro y al mendigo
y al piadoso dador de mano cierta.
Nada tengo cerrado: ni postigo,
ni reja, ni rendija, portón, puerta
a la verdad que en la verdad invierta
bienvenida de pan, calor y abrigo.
Más, al igual que con la tumba pasa,
siempre quedo cerrado a la perfidia,
al odio, a la calumnia y a la insidia.
Al rastrero y traidor de abulia crasa
que carcomen el miasma de la envidia…
está todo cerrado: yo y mi casa.
BRÍGIDO REDONDO -México-
Publicado en la revista Oriflama 18
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