Destiérrame de la parcela sagrada de tu
memoria.
No acudas a las malsanas llamadas tan
íntimamente
destructoras.
Hay en derredor mío un dolor de anciana
muerte devorando
los frágiles alimentos de mis pechos
sabrosos y aunque tú
enviaras millones de jóvenes lunas para las
noches de mis
oscuras pesadumbres, no lograrías
arrancar la tijera de odio y
cieno que clavada con risueño rostro,
dirige el centro cósmico
de mi airada mente.
Y no razono, y no razono…
A. Francia, Palma de Mallorca, España De su libro “Los Perros del Silencio”
Publicado en la revista Carta Lírica 17
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