viernes, 5 de octubre de 2012

INFORME EN MINORÍA


El cadáver de la mujer yacía boca arriba sobre la cama de un motel de carretera a las afueras de Denver. Un charco carmesí cubría las sábanas, el suelo y las paredes. La habían abierto en canal, extraído los ojos, los pulmones y el corazón. El homicida amputó sus brazos y los dejó dentro de
la bañera sumidos en un dulce baño sangriento. El cuchillo descansaba junto a la mesilla de noche. Lo peor se encontraba debajo del somier: una niña de seis años violada y desmembrada como si fuese un puzzle inconexo de piezas. Los intestinos asomaban por su estómago y su cabeza, cortada, dibujaba una sonrisa perenne igual que la de un payaso.
Cuando el detective de homicidios Rick se despertó de aquel terrorífico sueño sintió un escalofrío que le erizó todas las partes de su ser. Las pesadillas le llevaban persiguiendo desde hacía meses. Tal vez debería seguir tomando la medicación. Tras desperezarse y estirar los músculos, entró en el servicio. Al abrir las cortinas de la bañera, creyó ver sangre deslizándose por el sumidero igual que en el film Psicosis de Hitchcock. Nada más ducharse, se puso ropa limpia y se enfundó la gabardina gris como si fuese el viejo detective Colombo y prendió un cigarro. Las volutas de humo ascendieron por la habitación de forma solemne. Antes de salir de casa, echó un vistazo a su reloj. Faltaban tres horas y cuarenta y dos minutos para que ocurriese el crimen.

Rubén Gozalo (España)
Publicado en la revista digital Minatura 121

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