sábado, 6 de octubre de 2012

ILEGAL


Apenas le vieron el trigueño perfil, la nariz aguileña, los pómulos salientes, el pelo rizo y negro azabache, y que era bajo de estatura, lo detuvieron y le pidieron sus papeles.
“No los tengo”, le dijo a los agentes, uno de ojos azules y rubio, el otro oscuro y calvo.
“¿Cómo que no los tiene?” le dijo el rubio mientras el otro se secaba el sudor de la calva con un pañuelo.
“Pues que no los tengo”. Se fijaron en la voz, encendida y resonante, aunque el individuo bajaba la vista.
“No hay por qué alterarse. ¿De dónde es usted?”.
“De lejos. ¿Prefiere la voz así?” La voz era ahora apagada y suave.
Los agentes se miraron. La voz parecía completamente otra.
“¿Y cómo quieren que sea? ¿Así?”
Al mirarlo, veían a un tipo blanco con pómulos al ras de las mejillas, con una nariz derecha. El pelo se le hacía lacio y del color de la arena. Delante de ellos, lo vieron, que crecía, que se hacía más alto, de mayor estatura que ambos.
Ahora los miraba fijamente. No le vieron en los ojos ningún respeto, aunque él reconoció, muy claro, el
miedo en los de ellos.
“¿Pregúntenme de nuevo de dónde soy?”. El tipo, que se hacía más alto aún, que la ropa se le descosía, tenía una sonrisita desconcertante en los labios.
El agente oscuro se atrevió a preguntar.

Tony Báez Milán (Puerto Rico)
Publicado en la revista digital Minatura 121

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