Conversaciones sin enjundia,
un paraguas portugués
otro más, gigante, de Caja España,
invadido por una familia completa.
Un paseo bajo la lluvia,
una fiesta de San Valentín en el pueblo,
un febrero más,
un día más.
Un cigarrillo que cae al suelo,
un bostezo apagado,
una película de las buenas a la que el sueño pudo una vez más,
el gesto del que se atusa la flamante barba mientras ordena papeles en una gastada carpeta de cuero viejo.
Entre tanto,
una mirada de búho acaricia los instantes
y delimita los arrumacos de los exteriores del amanecer.
El vulgo arranca en la mañana
como arrieros del canoro olor del café de máquina.
El suelo recién fregado se vacía,
se calientan los motores de la oficina
y paso a paso,
comienza la jornada.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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