sábado, 20 de octubre de 2012

DONDE HABITAN LOS MILAGROS


Entre aromas de arrayanes y un candor desconocido
la mujer de mis desmanes me ha mirado de improviso.
Salgo yo de mis cabales, todo en mí palpito,
quien bajó de los altares en mi arroyo ha florecido.
Los ardores tan reales se convierten en suspiros
y mi pecho en dos mitades, y en su centro un laberinto.
Por fin perdí las llaves de mi celda de castigo,
ahora visto mis pesares con ropajes de domingo.

Y pregunto quién es ella, qué nombre no olvidaré
cincelado en las estrellas, en mi verso y en mi piel.
¿Quién la nada vuelve eterna?, ¿quién es santa de mi fe?,
¿Quién recoge las promesas que a su cielo yo lancé?
Nadie tiene la respuesta que me pueda convencer,
nada alivia esta tormenta que nace bajo mi ser.
No me digan que no es cierta, que no hay nada que perder,
que tan solo es la belleza que yo solo imaginé.

Si creí he de buscar, si sentí no se ha calmado,
¿por qué debo enterrar a quien yo le debo tanto?.
Si fui preso del azar solo porque no he ganado
hoy me muero por jugar a encontrar lo que he soñado.

Yo retorno a mi lugar, al arroyo limpio y claro,
Donde nace cada mar, donde habitan los milagros.
Y si tanto he de llorar, y si todo fue pasado,
solo quiero contemplar el prodigio de sus pasos.
Y que todo quede igual porque mi todo es mi pasado,
que mi pena es el penar por haber soñado tanto.
Y que todo quede igual, que no pueda ni tocarlo,
solo quiero una vez más despertar junto a un milagro.

Gustavo González -Valladolid-

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