sábado, 20 de octubre de 2012

ALGO MUERE EN MÍ


Algo muere en mí cuando llega el invierno,
Tal vez porque renacen los pájaros de mi niñez,
Y los árboles del pasado vuelven a florecer.

Las olas de un mar inquieto mojan los dedos de aquel niño delgado de mirada perdida.
El viento trae otra vez la pobreza enredada en las tardecitas,
Pintadas de madreselvas en flor.

En tardes como hoy es que comprendo que la distancia afila su puñal,
Cuando bajamos la guardia y dejamos todo a merced del destino.

Algo muere en mí cuando llega el invierno,
Quizás porque recuerdo los atardeceres con olor a mar y arena,
A montes de pino,
Playas semidesiertas,
Y rocas gigantes.

Esta brisa no es la misma que disfrutaba en aquellos días,
Los inviernos sin dudas no son los mismos más allá de esta nostalgia que se derrama en mi memoria.

Algo muere en mí cuando llega el invierno,
Como si la vida se empeñara en recordarme aquel niño que corría descalzo sin apuros,
Lleno de inocente misterio.

Recién ahora es que conozco ese pasado y ese niño extrovertido,
Ahora,
Veintisiete años después.

Enrique Gabriel Figueredo (Uruguay)
Publicado en la revista La Urraka 31

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