jueves, 12 de julio de 2012

TALLER LITERARIO


VIGÉSIMO SEPTIMO TRABAJO

PESCANDO

La sardinita Isabel
se enredó en el hilo
de la caña del pescador.
El jurel se lo advirtió:
“Ten cuidado con el pescadito
brillante que flota tan galante
porque lo que quiere es enredarte
y a la superficie llevarte”.
La sardinita Isabel estaba
muy asustada porque el pescador
tiraba y tiraba y cada vez
más cerca de él estaba.
Cuando a la superficie llegó
el pescador la miró y al verla
tan pequeñita al mar la devolvió.
La sardinita Isabel se salvó
por esta vez. Pero aprendió
una gran lección que no hay
que acercarse jamás al
pescadito brillante que mueve
su colita con tanto arte.

CARMEN PÉREZ MARTELL

PESCABAN

Muchos pescaban para él
y él tan siquiera se mojó.
Sus hijos estudiaron
y los míos no.
La gloria está en la Tierra
y el infierno también.
Y cuando yo muera
que mis cenizas
las arrojen al mar
que ésta me conoce bien.

ANTONIO BASALLOTE

PESCANDO

Un día en junio
mi padre y yo
con cinco añitos
pescábamos en un río
en las montañas de Gales,
él, con su caña
yo, con un palo de castaño,
cuerda y una horquilla torcida,
él, muy serio,
yo, intentando mojarme.
Después de un rato, me llamó,
“Ven aquí, inténtalo con la caña”,
y en muy poco tiempo…
atrapé una trucha.
¡Qué emocionada estaba!
Y pasaron muchos años
antes de darme cuenta que la trucha
estaba muerta cuando la capturé.

ANNE SAMPSON

PESCANDO

Arrojó sus redes al mar
Y cayeron al fondo del abismo.
Peces incautos fueron sorprendidos
Anulándoles su libertad,
Aletean sin rumbo y sin razón,
muerden los cordeles con tesón.
Cansados de luchar para existir
se abandonan a la muerte.
Se tensa  la  red y sube a la superficie,
Les espera un pescador audaz
Contento de las capturas que atesora,
Mira a los ojos de sus peces
Y corta la maya más pequeña
Dejando en libertad aquellas presas.

Virtudes Roldán

PESCANDO

Llevo años pescando versos
en un revuelto cerebro
donde las palabras se agolpan
esperando el anzuelo
que las rescate de las profundidades.

No siempre el anzuelo
se clava en las palabras
correctas y hay que volver
a lanzar el sedal
en busca del vocablo exacto.

Tras varios lances el morral
va llenándose y el poema
no tarda de ser una realidad
que otros podrán degustar.

JOSÉ LUIS RUBIO

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