Al gran Neruda
La casa del poeta la vigilan las ametralladoras,
vidrios rotos, gavetas reventadas,
libros quemados testimonian el despojo.
Algo buscaban los esbirros.
¿Qué buscaban? ¿Nombres para fusilar?,
¿listas y claves para encarcelar?, ¿fotografías para torturar?
Si todo estaba en su poesía, la que creían con el fuego destruir.
Las tropas vigilaban al poeta; al poeta cansado en su ataúd,
al peligro de sus ojos cerrados, al ejercito de su manos cruzadas,
a la arenga de su boca clausurada.
Ahí va el funeral del primer estravagario
en medio del acero enemigo, el mejor honor para un valiente.
¡Cómo tiemblan los cobardes cuando la poesía los enfrenta!
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Un texto de mi autoría para homenajear al maestro en el aniversario 108 de su nacimiento, porque los grandes poetas siempre están naciendo.
Juan Carlos Céspedes (Siddartha)
Publicado en la revista La Urraka 29
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