domingo, 15 de julio de 2012

DOMINIOS


Una ciudad no puede abrirse el nombre
ni ser la hembra que aplauda al diablo y sus conjuros,
         recorrer  estatuas,
bacanales como espectros que van al precipicio,
herida de saltar los puentes
con un siglo de huellas a la espalda.
Su  calendario no advierte los dioses que viven en el tedio:
esta ciudad de parques,  trovadora del cuerpo, apuntala sus redes.
Aquí pienso en Venecia       - Mi jaula con licor de siglos.
Inauguro la edad de otro viajero,
                este vacío de espigas me da fiebre.
En la noche hay intrusos, no buscan el espejo
(decir ciudad es más que saltar su lujuria,
esconder de los niños la gula y el pecado,
adornar los vitrales pulsando la inocencia).
Solo un convicto se refugia en mi embriaguez
             por el sexo sin nombre,
busca sustento en mis paredes y sábanas,
parques donde los gays rezan
a la única manera de estar solo.
Ciudad, acrisola su furia en los trapecios,
mis duendes confesores traspasan la vejez a tus dominios
porque decir ciudad es mucho mas que abrirse el nombre
y tatuar en sus muros la leyenda.

Del libro Meditación del cuerpo, Editorial Ácana, Camagüey, Cuba, (2005) de Odalys Leyva Rosabal
Cuba
Publicado en la revista Isla Negra 316


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