La misma luna que ella mira alumbra esta noche
el filo de la cordillera y la soledad de nuestro cuarto.
Mis hijos pequeños, mis ausentes niños, todavía muy tiernos
para entender las razones de mi encierro o para recordarme.
En este momento los cabellos de mi esposa tendrán el aroma de la madrugada
y sus brazos de jade blanco se estarán congelando en la claridad de la luz.
¿Cuándo nos volveremos a encontrar para abrir las cortinas de par en par
y mirar la luna hasta que las lágrimas secas nos manchen las mejillas?
Du Fu (712-770) China
Publicado en la revista La Urraka 29
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Hace 20 horas
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