A mi madre
Una vez conocí a una mujer
que no daba problemas,
sólo hijos sanos.
No era distinta: voz sumisa,
ojos tristes, amnésica de sueños
-experta cocinera-.
Me enseñó a beber
del primer poema,
a saborear el silencio de sus años.
Hoy sólo hace siete febreros
que habita en el Hades
y la recuerdo en la pared
acunando sus versos de niña grande.
Una vez conocí a una mujer
que llegó a pelo cano,
amando a un amor que le era ingrato,
que supo morir sin rechistar
con el corazón quebrantado,
con una enorme sonrisa en los labios.
Hoy hace treinta y cinco años
que sueño lento
que lloro por las grietas de mis manos
y la recuerdo en su olvido
que sólo se puede besar
en un sombrío granito
de la calle Judas Tadeo
fila décima a la eternidad.
GUILLÉN LOSADA -Montilla-
DE FACEBOOK - 6141 - ESPABILAR
Hace 1 hora
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