miércoles, 23 de mayo de 2012

DIÓGENES

- "¿Qué buscas, Diógenes, linterna en mano?
- Busco un hombre.
- Pero ¿no ves cuantos hay aquí?
- Esos no son hombres, son esclavos de sus pasiones”.
(En un estadio de Atenas, hacia el año 330 a.d.J.C.)

Con mi linterna voy. Calles y plazas
enjambres son de actividad y vida.
Se pasea, se compra, se conversa,
se pueblan bares y cafeterías;
se satura el ambiente de mil voces
y músicas distintas.
Exploro cada grupo,
indago en cada esquina,
como quien ha perdido algo importante;
la gente me contempla inquisitiva,
como se mira a un personaje excéntrico
linterna en mano en pleno mediodía.
Me preguntan: “¿Qué buscas a estas horas?”
Y se codean; burlas y sonrisas.
“Una mujer”, respondo.
“¿Una mujer? ¿No ves cuántas caminan,
entran, salen, se miran en las lunas
de los escaparates, se maquillan
ante sus diminutos espejuelos,
se dedican al ocio o a la intriga?”
“No veo una mujer, veo remedos,
artículos de lujo, baratijas,
acequias secas, rosas deshojadas,
objetos varios de coleccionista,
brillos superficiales
ambiciones furtivas.
Yo busco una mujer, no de ventana,
sino de puerta abierta, de acogida;
cuya fachada, si elegante, encierre
columnas de conceptos, celosías
de actitudes y voz confidenciales,
con alma de violín o mandolina,
sin pedestales a que se encarame,
sin pedestales a los que me adscriba,
consciente de mi sed y de la suya,
digna de admiración sin que se exhiba.
Que el ritmo de su pie siga el del mío,
y siga mi latido al de ella misma.

La tuve un tiempo atrás. ¿O la he soñado?
Y la perdí al embate de la vida.
Pero llevo en el alma su tatuaje,
y es la imagen que busco día a día.

Otras se han acercado, mas no encajan
en el perfil que guardo y me electriza.

Tal vez nunca la encuentre, pero sigo
irrenunciablemente mi pesquisa.
Si es vida plena, auténtica, el hallazgo,
moverse en la esperanza es media vida.”

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-

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