jueves, 19 de abril de 2012

VII

Como en un cuadro de Monet
la vida sale al encuentro
y su luz matiza la cara en los espejos.
Espejos dónde la sonrisa se dispara a veces,
y como rescoldo de la nobleza de los momentos,
saluda íntima y núbil,
trocando Monet
en Manet.
De pronto,
aflora Cezanne con su luz y la vida
y saltos en el aire.
Y mientras,
Magritte grita
dilatando con realismo mágico
un ojo cíclope como quimérico reflejo.
Entonces,
un joven pintor cualquiera,
avizor,
acecha.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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