tronante de miseria y de locura.
Me cubriré de fragante frescura
en la pradera verde y jubilosa.
Lejos voy de la pléyade envidiosa…
en pos del campo y la montaña pura
mejor es que el cemento y la escultura:
me espera aquella mano fervorosa.
Es la mano que siempre me cobija,
la que restaura, limpia y que perdona:
ternura rinde a todos mis sentidos.
Y un dulce soplo dice: en mí fija
tus ojos, si tu hermano te abandona
en urbes de los sueños mil destruidos.
II
En urbes de los sueños mil destruidos,
con humanos de oscuras necedades,
mis días entre locas vanidades
poco a poco sin gloria se han perdidos.
Mis redes sueños nobles han cogido…
Bajo el céfiro de mis soledades
me despojo de ajenas falsedades
aunque desdenes me han sobrevenido.
Yo no buscó corona que me ciña,
ni envidio la riqueza del avaro;
fortuna es mi morada y mi sustento.
Urbe de ti me alejo hacia mi viña
voy con mis manos de labriego y el claro
canto esparciendo mis versos al viento.
Poeta Luis Ossa Gajardo (Chile)
Publicado en la revista La Urraka
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