lunes, 30 de abril de 2012

EL VIENTO Y LA BRÚJULA

Felicidades a todas las madres

que quiero y respeto.

Mi madre busca un jinete
para el salto sin espuelas,
prende su boca en las velas
y no descubre al grumete.
Madre-lluvia, ¿es que el arete
es música del oído?
¿Adónde ha marchado el ruido?
¿a los arcanos del miedo?
¿O es que no descubre el dedo
infiel de lo desmedido?

El carretel donde enredas
la sonrisa que no escampa,
tiende a mis pasos la trampa
ingenua de las monedas.
Es el ardid donde quedas
en el agua de mi fuente,
madre. No soy el torrente
en fuga, soy algo serio:
desde mí, danza el salterio
que acunas calladamente...

¿Cómo he de buscar mi clave,
sin descifrar tu razón?
(Mi vuelo agobia al halcón
en lo alto...) ¿De cuál ave
llega tu canto? (Quién sabe
si al danzar, su cuerpo suda...)

Venga usted sin miedo, muda
como un círculo de Dante:
Madre, ¿con qué pobre guante
Goya la pintó desnuda?

Odalys Leyva Rosabal
de mi libro Ciudad para Giselle

No hay comentarios:

Publicar un comentario