lunes, 9 de abril de 2012

ACUEDUCTO


Siguen ahí las piedras,
erguidas como siempre,
desafiando al tiempo,
sin que los elementos
les marcaran sus huellas.
Para ellas, piedras milenarias,
nada ha cambiado
pero yo no he resistido igual
el paso de los años.
Mis ojos, mi cuerpo,
mis pensamientos,
envejecieron junto al mar.

Otra vez, como entonces,
sorprendido de tu magnitud
miro y remiro sin salir
de mi asombro. A veces el hombre
es capaz de hacer cosas perdurables
que le dignifican
y que sirven para que otras
generaciones los imitemos.

Desde hace mucho tiempo
no corre por ti el agua
pero la sed no te deterioró.
Otra vez nos encontramos
tú sin agua, yo con el corazón
rebosante de agua y sal
pero mi sed es hoy más
profunda que la tuya.

Aunque no te vea más
en mis recuerdos quedará
al igual que aquel día
en que siendo casi un niño
por primera vez te vi
y a tus pies rendido caí.

JOSÉ LUIS RUBIO

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