ARCOS DE LA FRONTERAPueblo de la colina,
de túnica blanca,
de sombrero encarnado,
a tus plantas,
rindiéndote pleitesía,
corre un río
lleno de historias y mitos,
de héroes y ninfas,
un río plateado
de reflejos dorados.
Pueblo de calles empinadas
que asciende en pendiente suave
hasta su cima más alta
donde una iglesia de piedra
que siglos rezuma,
que destellos despide,
narra aventuras
al caminante que jadeante
se detiene a sus pies.
Pueblo donde el sol naciente
ha dejado miles de rayos ardientes
rendido ante tan deslumbrante belleza
esparcida en cada lugar,
en cada portal,
en cada hogar,
en cada mujer morena.
JOSÉ LUIS RUBIO
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