Bello es navegar el mar de tu mirada
donde delicia y candor a mi envuelven,
y sin que lo pretendas tú, me pierden
en esa bruma del placer, tan deseada.
El sublime tintinear de tus pestañas
aumentan de mi alma deseos escondidos,
del corazón enamorado sus latidos
provocando un vendaval de ansias extrañas.
Mis deseos, que son corsarios y bandidos
dentro de ese huracán que son tus mañas,
para dar con pudor, los brillos adquiridos.
Aunque quieras ocultarlo, no me engañas,
pues tus suspiros se quedan adheridos
a mi mente, con invisibles telarañas.
Roberto Batista Pargas.
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