martes, 2 de octubre de 2018

MONUMENTO DE MUJER


Tenía varias noches sin poder dormir, llegué a temer que fueran pródromos de una locura. Anoche, después de tantas incertidumbres e inquietudes, medio dormí, creo fue así, porque acabo de medio despertar. En el límite final de mis sueños explotó dentro de mi mente una sola idea: Había que hacer un monumento a la mujer. Me imaginé conduciendo un auto a gran velocidad por calles y avenidas. Tenía que llegar a tiempo a plasmar mi idea con puntos y comas para no perder detalle alguno de mi sueño. Me levanté de la cama, me eché agua en el rostro, me serví una taza caliente de café. Me dirigí a mi estudio, prendí mi Lap-top y empecé a escribir.

     ¿Cómo empezó todo? No lo sé. Se puede decir, que lo primero que recuerdo, fue haber visto una hermosa cara de mujer, cuya mirada me atraía como canto de sirena, trastornando mi cordura. Después de eso, comencé a divagar, hasta perderme en el limbo de mi subconsciente. Y hoy, apareció esa luz en mi entendimiento. Había que hacer una ofrenda muy relevante a la mujer.
 
   Un monumento que represente a la mujer universal, a la diosa de la creación, a nuestra madre, a nuestra pareja. Comenté en un grupo de amigos intelectuales y artistas que me ayudaran a precisar cómo sería ese reconocimiento. Algunos opinaban que fuera un conjunto de estatuas de diferente material.

Tiene que ser de oro como el sol.
Tiene que ser de plata como la luna.
Tiene que ser de obsidiana como las estrellas.
Tiene que ser de turquesa como el mar.
Tiene que ser de jade como la vida.
Tiene que ser de ébano como la noche.
Tiene que ser de marfil como la mañana.
Tiene que ser de esmeralda como la naturaleza.
Tiene que ser eterna como el diamante.
Tiene que ser de mármol como las diosas griegas.
Tiene que ser de porcelana como su tersura.
Tiene que ser de rosas como su hermosura.
Tiene que ser de plumas celestiales como los ángeles.
Tiene que ser de amor infinito como su corazón.
Tiene que ser de madera como su calidez.
Tiene que ser de fuego como la pasión.
Tiene que ser de lágrimas como la ternura.
Tiene que ser de poemas como el amor.

Di las gracias a todos, más no salí muy convencido de las aportaciones de mis  amigos. Recordando que este monumento me costó muchas noches de desvelos y que finalmente yo lo construí… de sueños.

ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO

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