domingo, 13 de abril de 2014

EL MOTOR DE LA ALDEA ENLOQUECIDA


 “Durante medio siglo
 La poesía fue
 El paraíso del tonto solemne.
Hasta que vine yo
Y me instalé con mi montaña rusa.
Suban, si les parece...”
Nicanor Parra

Las vidrieras donde la niña veía su reflejo
son ahora los ojos quebrados del asesino.
El mercado aldeano enloquece a todos.

Los bárbaros traspasamos las fronteras y tapiales
cargando ganzúas articuladas para abrir sus puertas
y carruajes;
nuestros nietos ingresaron reptando y sollozando,
disminuidos.

Aldeanos, irrumpiremos en sus bocas y en sus culos, en esta comedia somos los fregadores, los cambia-pañales extra-large, las Cabezas Oscuras del Incendio (léase “Cabecitas Negras” en el Manual Indoeuropeo del Buen Tejedor): pieza fundamental del motor; devorando los fragmentos del Banquete C.A.V.A. seremos inmunes a la ausencia y a las plagas, nuestro estómago es una bodega y nuestra boca la tormenta de reclamos, de querellas atendidas a medias.

Nuestras hijas son mariposas grises,
nuestros hijos poetas extraordinarios
que jamás recibieron premios ni distinciones.

Aldeanos, lo que sacrificamos en un exhalo cuesta cuatro bosques y un río, nosotros llenaremos sus panzas y meceremos a sus hijos (futuros violinistas y lameculos), ustedes saldrán cada día a tensar las cuerdas que nosotros enceramos, a echar combustible al motor; este “circoito” no le importa a nadie, a nosotros menos que a nadie.

Juan Ramón Ortiz Galeano -Argentino-
Publicado en la revista La Náusea

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