Es un peligro para nuestra precaria democracia, olvidar que España es tierra de conversos, cruz y espada, autos de fe con purificadoras hogueras, basta leer y entender los mensajes subliminales de los vencedores
Lo vemos en esa “España está contigo” “Hago lo que tengo que hacer”. Y es verdad, los hombres de este país ya temblaron de emoción hasta el orgasmo patrio cuando Zarra metió su histórico gol a la Rubia Albión. Y ahora tiene al Barza con fervientes partidarios pese a que algunos políticos catalanes, de esos que meten la mano en el cajón de las subvenciones del Estado, insultan con desprecios a los andaluces. Y uno se siente como un descastado incapaz de ejercer de judío converso, marrano, que es acosado al paso dictatorial de los nuevos padres de la patria.
No se trata llevar la contra a nadie, otra cuestión es considerar que el franquismo ha muerto, porque las muestras se palpan, las costumbres y los hábitos porque oliendo a bolilla de alcanfor van saliendo de los armarios. Están ahí, seguro que están ahí, asolapados y nostálgicos, disfrazados de demócratas. Fueron muchos los años de espíritu nacional, se percibe en los anónimos en los artículos de sus medios: hablan de "cortarle los huevos a los traidores, de “Se vais a enterar ahora” y tantas otras consignas que uno quisiera haber olvidado pero que los acólitos de siempre se encargan de sacar a la intemperie utilizando la misma dialéctica demagógica, les faltan solo los puños y las pistolas.
Comprendo que el señor. Rajoy no tiene tiempo con esto de que lo suyo es salvar la patria, pero si se diera un paseíto por los pueblos de esta Andalucía, que con la demagogia de Arenas y la desmemoria de las revoluciones pendientes de los herederos con nómina de Pablo Iglesias con su renovación impotente. Así podría comprobar in situ, que la España casposa y santurrona sigue viva. Cuánta desolación y sonrisa amarga emerge desde dentro con este tipo de tragicomedia política, vulgaridad invitando al bostezo. Quemados por el sol de la transformación incumplida, indulgencia y mirada distraída para quienes amasan millones ajenos en los bancos de Suiza. Nada nuevo bajo el azul de la pertinaz sequía democrática que padecemos. Las revoluciones han terminado, los sindicatos de “clase” es un decir, pero no el catecismo de la manipulación nacional centrista de la España imperecedera vuelve a por sus fueros
Pero lo que puede ser mucho peor es que las renovaciones, última esperanza de los vencidos, también parece que se han autoeliminado, no ha hecho falta ningún Stalin, un Hitler, tampoco un Franco, la esta ejecutando la mediocridad, el apetito de los que vigilan su propia sombra por si esta llega a amenazar su perpetuidad, el fruto de su parcela, y son muchos los parcelistas que se ponen de acuerdo para no perder esos privilegios que nunca jamás pudieron soñar antes de refugiarse detrás de aquellos “Cien años de honradez”.
Vuelve el mito de Sísifo, la piedra sube sobre las espaldas de los débiles, la piedra rueda de nuevo hacia abajo, una España que no quiere ser de derechas, que le da vergüenza parecerlo, y que para ello suaviza y lava la imagen del sermón heredado. Enfrente, una izquierda torpe, antimachadiana, que se niega a la idea, mientras la histórica frase de Azaña: “España ha dejado de ser católica” se transforma en: España ha dejado de ser laica, para volverse corrupta, indiferente a la clase política y a la Iglesia de espaldas a Jesús de Nazaret. Muestra de como poco a poco pierde el terreno expropiado en una etapa ilusionada y esperanzadora, olvidó la renovación permanente y se duerme en la letanía de un discurso obsoleto en manos de autocomplacientes predicadores y palmeros agradecidos.
FRANCISCO VÉLEZ NIETO
Publicado en el diario digital Siglo XXI
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