Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
con su nave de fibra hecha en Haedo.
Ayer colectivero,
hoy amo entre los amos del aire.
Ya lleva quince años en su periplo;
su equipo es tan precario como su destino.
Sin embargo un anillo extraño
ahuyenta sus peligros en el cosmos.
Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
la foto de Carlitos sobre el comando
y un banderín de River Plate
y la triste estampita de un santo.
¿Dónde está el lugar al que todos llaman cielo?
Si nadie viene hasta aquí
a cebarme unos amargos como en mi viejo umbral
¿Por qué habré venido hasta aquí, si no puedo más de soledad?
Ya no puedo más de soledad.
Su anillo lo inmuniza contra el peligro,
pero no lo proteje de la tristeza.
Surcando la galaxia del Hombre,
ahí va el Capitán Beto, el errante.
¿Dónde habrá una ciudad en la que alguien silbe un tango?
¿Dónde están, dónde están
los camiones de basura, mi vieja y el café?
Si esto sigue así como así, ni una triste sombra quedará,
ni una triste sombra quedará.
Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
regando los malvones de su cabina.
Sín brújula y sin radio,
jamás podrá volver a la Tierra.
Tardaron muchos años hasta encontrarlo.
El anillo de beto llevaba inscripto un signo del alma.
Luis Alberto Spinetta -Argentina-
Publicado en la revista Estación Quilmes
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