Capítulo aparte son las mujeres que cuando hablan por teléfono cuentan sus intimidades, exigen detalles, pensamientos íntimos, narran la odisea para comprar una pilcha, las travesías en el shopping en la madrugada de los descuentos, en fin, toda una galería de intrascendencias; mientras vos, como un gil soportas estoico la parla fem.
Esas minas son como el sexo tántrico: de nunca acabar. Hablan y hablan, parlotean entusiastas por la catarsis oral que desarrollan, tóxica para el resto de la humanidad.
Y luego el remate, tras 45 minutos de contaminación sonora, dicen: -preparate que en un ratito te paso a buscar y charlamos...
Me cago en Bell y en todos los ringtones del inframundo. Me cago en la Meca de Silicon Valley y en todos sus profetas archimillonarios.
¿No pueden hablar frente a frente? ¿acaso el teléfono es una extensión artificial no contemplada por la evolución cibernética?
Marcel Clementí
Publicado en el blog La Cocuzza
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