lunes, 6 de enero de 2020

MIS OTOÑOS ENAMORADOS


Nunca imaginé que entre sombras otoñales, me enamoraría de ti. La última tarde en un país extraño y siento que mi vida comienza otra vez ¿Eran tus ojos de mar, tu bello cuerpo de virgen morena, tu piel de miel? Te quedaste conmigo, hasta que el crepúsculo devoró la luz. Tu voz música en mis oídos, vibra, penetra mis sentidos en dulces latidos entre tu voz, silencios y el bello parque, amores descarriados y desatinos. ¡Eres tan bella! Y te di mi primer beso estrellado en tu boca. Aquella tarde nació nuestra pasión, sin ligaduras y a todos los destinos me olvidé del tiempo, la luna, los vientos y todos los caminos peregrinos. Te miré tus ojos de miel, y se llenaron de gotas como diamantes. ¿Por qué esperar la última noche de mi otoño para decirme, te quiero? Mi alma fue torbellino, mi corazón enloquecido de latidos, y casi muero. Y en ese dulce instante, mis otoños devoraron todas tus primaveras. Acaricié tu piel caoba, tus mejillas y soñando con una esperanza, te besé la luna fue más luz y las estrellas más brillaron al conjuro del sumo placer. Y me sumergí en los barrancos de tus pechos de piel de luna. Me entregaste tus labios y yo me apropié de los horizontes de tu cuerpo bebiendo de tu piel de miel, como pétalos en la brisa, ya mudo mi verbo. La luna reflejó el ensueño de tus curvas, ante mis ojos turbios. Sólo tenemos esta noche y déjame amarte amor, ya con mi razón perdida olvidando el tiempo viviendo el amor, aunque este sueño me lleve la vida. Y desperté del letargo de mis otoños, al embrujo de olvidadas caricias. Para amarte nunca será tarde, mujer de mis amores y de locos arrebatos Cuando tu cuerpo se enreda en el mío, en el más ardiente de los abrazos. Nunca jamás viví el amor, en tamaña magnitud, de pasión y herejía. Abandonado a la dulce lujuria y placer, con tu boca de frutas perfumada y recibes mi esencia arrebatada, entre el ensueño de la luz de tu mirada. Imborrables huellas de amor, aromas y caricias, dejas en mi piel. Has libertado mis otoños del yugo despiadado del sin amor y las esperas no dejaré de amarte y te hice mía liberados mis otoños en tus primaveras. Jamás olvidaré el sabor tu boca y tus labios, como pétalos de rosa roja. Contigo me siento vivo, tú detienes para mí la vida, todos mis momentos. Dejo mis otoños, llevo tus primaveras, con el olvido no podrá ni el tiempo. Ahora, eres el más hermoso de los recuerdos, hasta nuestra próxima vez."

Manuel Francisco Romero Mazziotti 

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